jueves, 4 de diciembre de 2008
El olfato nunca descansa
Los olores que percibe nuestra nariz mientras dormimos condicionan el contenido de nuestros sueños, según revela un nuevo estudio alemán presentado ayer durante el Encuentro Anual de la Academia Americana de Otorrinolaringología, en Chicago. Para llegar a esta conclusión, Boris A. Stuck y su equipo realizaron un experimento en el que exponían a una serie de sujetos a olores agradables (rosas) y desagradables (huevos podridos) mientras dormían. Cuando despertaron, los sujetos afirmaban haber tenido sueños placenteros en el primer caso, mientras que las vivencias eran negativas cuando dormían con el molesto tufo.
Stuck asegura que los resultados podrían servir de arranque para desarrollar terapias nocturnas aromáticas que potencien nuestro descanso
LA FECUNDACIÓN
Para que nazca un nuevo ser es necesario que se unan un óvulo y un espermatozoide. El proceso de unión se llama fecundación.
Los espermatozoides ascienden por la vagina y el útero hasta llegar a las trompas de falopio. Uno de los muchos espermatozoides atraviesa las capas que envuelven al óvulo y penetra en él. Se produce la fecundación. Una vez que se ha producido se forma el cigoto. Este se desplaza a través del útero y alli se fija en las paredes para recibir alimento materno. A partir de ese momento se denomina embrión, y comienza el desarrollo embrionario.
¿Es la música el lenguaje capaz de atravesar barreras entre especies?
Imagine que es usted una ballena nadando en la inmensidad del mar. Su vida entera transcurre en una especie de neblina perpetua, ya que la luz no penetra muy lejos en el agua y el plancton a veces es tan denso que oscurece hasta el día más soleado. Bajo el mar usted no puede ver a sus compañeros de grupo. Pero sí los puede oír. Y los sonidos que produce, que son capaces de viajar miles de kilómetros, se convierten en su única manera de decir “aquí estoy” en la inmensidad del océano.
Si usted fuera una ballena y escuchara de repente las notas de un clarinete, ¿cómo reaccionaría? ¿Sentiría curiosidad y se acercaría al sonido? ¿Jugaría con el ritmo que produce el músico, imitándolo? En otras palabras, ¿intentaría comunicarse con él?
Esas fueron algunas de las preguntas que se planteó el compositor, filósofo y escritor estadounidense David Rothenberg, autor del libro Thousand Mile Song (“El canto de las mil millas”) y de su CD musical. Y para intentar responderlas, decidió emprender una serie de viajes a Hawai, Rusia y Canadá con el objetivo de sumergir un hidrófono en el mar, colocarse unos audífonos, sentarse en las rocas de la costa, tocar el clarinete en vivo y en directo para las ballenas…y esperar su respuesta.
Los resultados fascinantes de estos viajes y grabaciones, en los que aparecen ballenas jorobadas, cachalotes, orcas y hasta belugas, los contará y demostrará el mismo Rothenberg las noches del 26 y 27 de noviembre durante sus dos intervenciones en CosmoCaixa Madrid y Barcelona, respectivamente.
Los Pavarottis del mar
Qué sucede dentro de la mente de una ballena es un enigma que apenas hemos comenzado a investigar. Antes de los años 60 nadie sospechaba la existencia de los cantos de las ballenas. Pero su descubrimiento nos obligó a confirmar la posibilidad de la existencia de inteligencia en los océanos. Poco después, Scott McVay y Roger Payne hicieron un descubrimiento aún más sensacional: las ballenas jorobadas, en particular, no sólo cantaban, ¡sino que rimaban sus canciones! De la misma manera que un compositor humano juega con las sílabas, el tono y el ritmo, estos Pavarottis de los mares se las arreglan para componer brocados de notas con sentido musical que anualmente varían y remiendan con lo que parecería una intención bien calibrada.
¿Cuál es el objetivo de estos arreglos musicales? Se ha propuesto que es una herramienta de apareamiento. Pero entonces, ¿por qué nunca se ve a una hembra acercarse a un macho que canta, siempre suspendido cabeza abajo? Y, ¿cómo producen estos formidables sonidos, si nunca se ve salir de su cuerpo una sola burbuja durante el canto?
“Mi misión es cruzar la barrera del sonido entre las especies”, dice Rothenberg. “Y quiero pensar que en más de una ocasión, noté que por lo menos una ballena respondía a las notas de mi clarinete, imitándolo”. Esto es especialmente evidente en la canción Beluga no Believe in Tears, del CD que acompaña al libro, que fue grabada con las belugas de la Isla de Solovetski, en Rusia, y que se puede escuchar aquí. Igualmente impresionante es el diálogo entre el clarinete de Rothenberg y dos jorobadas, Never Satisfied.
Escribe Rothenberg: “Hacer música junto con aquellas especies con las que uno no puede hablar es una forma de cruzar barreras culturales. No porque la música sea un idioma universal, sino porque es una forma de comunicación fluida y emocional, capaz de hacer uso de sonidos desconocidos. Es posible que personas de distintas partes del mundo, y hasta de especies diferentes puedan producir sonidos nuevos. Y creo que esto es una herramienta muy poderosa para la ciencia a la hora de entender la vocalización de las ballenas”.
Ruido submarino
Volvamos ahora a la hipótesis de si usted fuera una ballena. Está escuchando con atención, esperando detectar a las ballenas de su especie, pero sólo puede oír el intimidante tráfico marino. Es como intentar escuchar una canción melodiosa en medio de una radio fuera de onda a alto volumen. Esta cacofonía de ruidos mecánicos constantes es mucho más fuerte que los demás sonidos naturales del mar y está entre las pocas cosas que lo asustan y lo confunden.
Usted cierra los ojos y escucha los sonidos que conoce de memoria, que le vienen amplificados porque el mar es la mayor cámara de resonancia del mundo: el trueno de los buques de pasajeros, el espeluznante retumbar metálico de los gigantescos contenedores comerciales, el zumbido ronco de los camaroneros, el tenue ronroneo de los submarinos que trataban de pasar desapercibidos, el temblor subterráneo de los portaaviones gigantes lanzando sus aviones y misiles,... Últimamente hay otro ruido que la desespera. Son los experimentos acústicos de las fuerzas navales de algunos países, que consisten en lanzar pulsos de sonido a 235 decibelios, tan intenso como los motores de un cohete lunar.
Y al nacer, el primer sonsonete que escuchó en su vida no fue la voz de su madre sino el de algún buque de carga que cruzaba el Canal de Panamá. A veces usted se pregunta cómo sería el océano de sus tatarabuelos, cuando no existían todos esos ruidos y, gracias a condiciones especiales de temperatura y salinidad, las llamadas de las ballenas azules podían viajar de un polo al otro.
La contaminación que genera el ruido submarino le da una urgencia especial a experimentos como los de Rothenberg, que buscan explorar la comunicación entre especies. Y también acentúa la hermosa frase de Roger Payne: “Eso es lo que hacen las ballenas: le dan una voz al océano”.
Si usted fuera una ballena y escuchara de repente las notas de un clarinete, ¿cómo reaccionaría? ¿Sentiría curiosidad y se acercaría al sonido? ¿Jugaría con el ritmo que produce el músico, imitándolo? En otras palabras, ¿intentaría comunicarse con él?
Esas fueron algunas de las preguntas que se planteó el compositor, filósofo y escritor estadounidense David Rothenberg, autor del libro Thousand Mile Song (“El canto de las mil millas”) y de su CD musical. Y para intentar responderlas, decidió emprender una serie de viajes a Hawai, Rusia y Canadá con el objetivo de sumergir un hidrófono en el mar, colocarse unos audífonos, sentarse en las rocas de la costa, tocar el clarinete en vivo y en directo para las ballenas…y esperar su respuesta.
Los resultados fascinantes de estos viajes y grabaciones, en los que aparecen ballenas jorobadas, cachalotes, orcas y hasta belugas, los contará y demostrará el mismo Rothenberg las noches del 26 y 27 de noviembre durante sus dos intervenciones en CosmoCaixa Madrid y Barcelona, respectivamente.
Los Pavarottis del mar
Qué sucede dentro de la mente de una ballena es un enigma que apenas hemos comenzado a investigar. Antes de los años 60 nadie sospechaba la existencia de los cantos de las ballenas. Pero su descubrimiento nos obligó a confirmar la posibilidad de la existencia de inteligencia en los océanos. Poco después, Scott McVay y Roger Payne hicieron un descubrimiento aún más sensacional: las ballenas jorobadas, en particular, no sólo cantaban, ¡sino que rimaban sus canciones! De la misma manera que un compositor humano juega con las sílabas, el tono y el ritmo, estos Pavarottis de los mares se las arreglan para componer brocados de notas con sentido musical que anualmente varían y remiendan con lo que parecería una intención bien calibrada.
¿Cuál es el objetivo de estos arreglos musicales? Se ha propuesto que es una herramienta de apareamiento. Pero entonces, ¿por qué nunca se ve a una hembra acercarse a un macho que canta, siempre suspendido cabeza abajo? Y, ¿cómo producen estos formidables sonidos, si nunca se ve salir de su cuerpo una sola burbuja durante el canto?
“Mi misión es cruzar la barrera del sonido entre las especies”, dice Rothenberg. “Y quiero pensar que en más de una ocasión, noté que por lo menos una ballena respondía a las notas de mi clarinete, imitándolo”. Esto es especialmente evidente en la canción Beluga no Believe in Tears, del CD que acompaña al libro, que fue grabada con las belugas de la Isla de Solovetski, en Rusia, y que se puede escuchar aquí. Igualmente impresionante es el diálogo entre el clarinete de Rothenberg y dos jorobadas, Never Satisfied.
Escribe Rothenberg: “Hacer música junto con aquellas especies con las que uno no puede hablar es una forma de cruzar barreras culturales. No porque la música sea un idioma universal, sino porque es una forma de comunicación fluida y emocional, capaz de hacer uso de sonidos desconocidos. Es posible que personas de distintas partes del mundo, y hasta de especies diferentes puedan producir sonidos nuevos. Y creo que esto es una herramienta muy poderosa para la ciencia a la hora de entender la vocalización de las ballenas”.
Ruido submarino
Volvamos ahora a la hipótesis de si usted fuera una ballena. Está escuchando con atención, esperando detectar a las ballenas de su especie, pero sólo puede oír el intimidante tráfico marino. Es como intentar escuchar una canción melodiosa en medio de una radio fuera de onda a alto volumen. Esta cacofonía de ruidos mecánicos constantes es mucho más fuerte que los demás sonidos naturales del mar y está entre las pocas cosas que lo asustan y lo confunden.
Usted cierra los ojos y escucha los sonidos que conoce de memoria, que le vienen amplificados porque el mar es la mayor cámara de resonancia del mundo: el trueno de los buques de pasajeros, el espeluznante retumbar metálico de los gigantescos contenedores comerciales, el zumbido ronco de los camaroneros, el tenue ronroneo de los submarinos que trataban de pasar desapercibidos, el temblor subterráneo de los portaaviones gigantes lanzando sus aviones y misiles,... Últimamente hay otro ruido que la desespera. Son los experimentos acústicos de las fuerzas navales de algunos países, que consisten en lanzar pulsos de sonido a 235 decibelios, tan intenso como los motores de un cohete lunar.
Y al nacer, el primer sonsonete que escuchó en su vida no fue la voz de su madre sino el de algún buque de carga que cruzaba el Canal de Panamá. A veces usted se pregunta cómo sería el océano de sus tatarabuelos, cuando no existían todos esos ruidos y, gracias a condiciones especiales de temperatura y salinidad, las llamadas de las ballenas azules podían viajar de un polo al otro.
La contaminación que genera el ruido submarino le da una urgencia especial a experimentos como los de Rothenberg, que buscan explorar la comunicación entre especies. Y también acentúa la hermosa frase de Roger Payne: “Eso es lo que hacen las ballenas: le dan una voz al océano”.
sábado, 29 de noviembre de 2008
La nutricion en las personas
La nutrición es el proceso que transforma los alimentos que tomamos en la materia necesaria para que nuestro cuerpo crezca y se repongan partes dañadas,y en la energía necesaria para llevar a cabo las funciones vitales.
Es un proceso complejo en el que participan muchos organos y aparatos de nuestro organismo:
Elaparato digestivo:convierte los alimentos en sustancias mas simples, que pueden ser asimiladas.
El aparato respiratorio se encarga de la respiracion, de conseguir el oxigeno del aire y eliminar el dioxido de carbono.
El aparato circulatorio de distribuir por todo nuestro organismo el oxigeno y las sustancias nutritivas y de recoger las sustancias de desecho.
El aparato excretor,elimina las sustancias de desecho y toxicas.
Es un proceso complejo en el que participan muchos organos y aparatos de nuestro organismo:
Elaparato digestivo:convierte los alimentos en sustancias mas simples, que pueden ser asimiladas.
El aparato respiratorio se encarga de la respiracion, de conseguir el oxigeno del aire y eliminar el dioxido de carbono.
El aparato circulatorio de distribuir por todo nuestro organismo el oxigeno y las sustancias nutritivas y de recoger las sustancias de desecho.
El aparato excretor,elimina las sustancias de desecho y toxicas.
jueves, 27 de noviembre de 2008
La Presión Atmosférica
La presión atmosférica es la presión ejercida por el aire en cualquier punto de la atmósfera. Normalmente se refiere a la presión atmosférica terrestre, pero el término es extensible a la atmósfera de cualquier planeta o satélite.
A continuación puedes ver distintos modelos de experimentos en los que se trata la presión atmosférica:
A continuación puedes ver distintos modelos de experimentos en los que se trata la presión atmosférica:
domingo, 23 de noviembre de 2008
¿Por qué llueve los fines de semana?
Con demasiada frecuencia, después de cinco días laborables soleados llega un fin de semana lluvioso que no nos deja disfrutar del ocio al aire libre. ¿Casualidad? Nada de eso. Según acaba de demostrar un equipo de investigadores españoles de la Universidad de Barcelona, en muchas partes de Europa el tiempo atmosférico sigue un ciclo semanal. Tras analizar los datos meteorológicos recogidos desde 1961 hasta 2004, han llegado a la conclusión de que en verano las lluvias se concentran durante los fines de semana. Sin embargo, en la estación fría la tendencia es la contraria: los sábados y domingos suelen ser más soleados.
¿Pero por qué? Al parecer todo depende de la contaminación del aire. De lunes a viernes generamos más polución. El hollín y otras partículas suspendidas en la atmósfera pueden absorber la luz solar, calentar el aire y alterar el régimen de vientos. Estas mismas partículas también pueden convertirse en semillas para la formación de nubes. Cuál de los dos efectos predomina depende de condiciones que varían de una estación a otra, según explican los científicos españoles en el último número de la revista Geophysical Research Letters.
Lo más curioso es que estos ciclos no aparecen en todo el planeta. En el Reino Unido, por ejemplo, los investigadores no han encontrado ni rastro de un patrón semanal de días lluviosos y soleados, probablemente porque en la isla "mandan" las corrientes del Océano Atlántico. En el Mediterráneo, sin embargo, la acción humana sobre el clima se nota más.
La agricultura sostenible de las hormigas
Un nuevo estudio ha demostrado que las hormigas practican la agricultura sostenible desde hace más de 50 millones de años. Y que del mismo modo que la agricultura ayudó a los seres humanos a convertirse en una especie dominante, también ha permitido a las hormigas convertirse en uno de los insectos sociales más exitosos de la naturaleza. Los detalles aparecen publicados en un artículo de Microbiology Today que desgrana el sistema aplicado por las hormigas para mantener sus “huertos” libres de plagas.
Los investigadores también observaron en este estudio que algunas hormigas obreras tenían una sustancia blanca en sus cuerpos, similar a la cera. Pero al mirar a través de un microscopio, los científicos descubrieron que se trataba de un microorganismo del grupo de las actinobacteruas, que producen más del 80% de los antibióticos utilizados por los seres humanos. En el caso de las hormigas, estas bacterias producen compuestos antifúngicos que detiene los patógenos que atacan el jardín.
Y es que estos insectos sociales parecen tener mucho que enseñarnos. Sin ir más lejos, la semana pasada el físico alemán Dirk Helbing demostró que los interminables atascos podrían ser cosa del pasado si aplicásemos las técnicas utilizadas por las hormigas, que son capaces de trasladarse masivamente de un lado a otro sin que se el tráfico se congestione en ningún momento.
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